LONGITUD TOTAL: 29,500 Km. TIEMPO ESTIMADO: 7 Horas.

Nuestro sendero comienza en la plaza vieja de Elche de la Sierra donde se encuentra "la Fuente de los Encierros". La fama de los mismos le valido el apelativo de "Cuna de los Encierros", ya que los toros llegan a pesar más de quinientos kilos. Traídos desde el Arendalejo, corren las calles entrando precisamente por donde comenzamos nuestro sendero, que es por ello por lo que recibe el nombre de "Callejón de los Toros" A lo largo de 600 metros recorreremos este camino dejando todos los posibles desvíos a la izquierda. Ya, a la salida del pueblo, se encuentra a mano derecha un espacio abierto en el que podemos ver unos muros derruidos a los que se conoce como "el Castillico". La tradición popular cuenta que del mismo sale un túnel que atraviesa la Peña de San Blas. Giramos a la derecha al llegar a la carretera, hacia el puente. En el Puente sobre el arroyo (en la sierra "Royo"), giramos a la izquierda. Nada más pasar el puente encontramos al frente el antiguo camino de herradura que lleva a Yeste. Nosotros lo dejamos, siguiendo el camino asfaltado que en este tramo recibe el nombre de "Camino de las Suertes". Seguiremos 125 metros de asfalto hasta un pequeño collado presidido por campos de olivos. A la derecha queda "la mosca Hilton".

Debemos tomar un desvío a la izquierda señalado en un olivo. Es un camino claro que bordea la llamada Rambla de las Navas para evitar el tenerla que cruzar. La pista de tierra está en muy buenas condiciones. Altitud 580 metros: A la derecha encontraremos juntas: una calera y una destilería de esencia de romero. Las caleras se utilizaron para fabricar cal a partir de la piedra caliza que abunda en la zona. Son construcciones circulares con un compartimento inferior donde se enciende el fuego que irá, paulatinamente, deshaciendo la roca. Las destilerías de plantas aromáticas para elaborar esencia a partir de vegetación autóctona hoy día comienzan a renacer, y son muy importantes en la sierra albaceteña. Romero, lavanda, espliego y sabina, tan abundantes, son objeto de infusión dentro de una gran caldera metálica llena de agua. Los vapores son destilados al pasar por unas tuberías inmersas en una fuente de agua fría siempre corriente. Podemos optar por tomar un atajo que sale a la izquierda para atravesar la rambla con lo que nos ahorramos medio kilómetro. La rambla normalmente no lleva agua y es aprovechada para pequeños huertos de autoconsumo. Nosotros optamos por continuar el mismo camino para, bordeándolo, llegar al punto que sigue enfrente, en la otra orilla. A continuación, pasamos por delante de una casa para guardar aperos de labranza. Llegamos a la cabecera de la rambla donde abundan las adelfas (en toda la sierra llamada baladre) y los cañaverales propios de lugares húmedos. Al frente hay una casa; debemos girar a la izquierda siguiendo la pista que llevamos por la falda del cerro de San Blas, entre campos de olivos y almendros. Después de caminar unos 200 m. podemos ver a nuestra izquierda, dentro de la rambla, un derruido acueducto para salvar el barranco. Poco antes, el atajo citado anteriormente, se une al sendero. Desde aquí se ve claramente. Altitud: 580 metros: A la derecha nos detenemos a observar la peña de San Blas en toda su extensión. Es relativamente fácil ascenderla siguiendo nuestra propia orientación desde un lugar entre majanos (a la altura que estamos) hasta un paso estrecho que se ve en la cresta de la misma; al cruzar podríamos observar el cerro de la Cueva del Agua y el camino que lleva a La Longuera entre almendros. Se deja a la derecha una pequeña senda. Altitud: 550 metros: Creemos que éste es un buen punto para descansar unos minutos mientras contemplamos el paisaje que nos rodea. Casi detrás de nosotros, a la izquierda, vemos Elche de la Sierra.

Siguiendo hacia la derecha observamos el cerro del repetidor, en primer término y detrás, a lo lejos, una peña descarnada que recibe el nombre de "La Trinidad".

Siguiendo algo más, encontramos en primer plano entre bancales de olivos, un paraje que la tradición popular conoce como la tumba de Amílcar Barca y que la leyenda traduce como que en este lugar los pueblos ibéricos, con su jefe Orisson al frente, convatieron contra los cartagineses en la batalla de Hélice o Ilicis, que según algunos historiadores, entre ellos el prestigioso Bellido, sitúan no en la ciudad alicantina de Elche, sino en la albaceteña de Elche de la Sierra, en el año 229 a.C. Más hacia la derecha, casi enfrente, tenemos la aldea de Villares, de gran valor arqueológico, que se encarama en lo alto de una peña donde un desaparecido castillo vigilaba el paso por el valle hacia el sur. Detrás de ella, muy al fondo, también podemos distinguir la Aldea de Vicorco que del mismo modo contó con un castillo del que aún quedan algunos restos. Encontramos una fuerte pendiente con piedra suelta que baja hacia el arroyo. Hay una gran curva a la derecha de casi 180 grados que debemos tomar siguiendo a la derecha; en la misma curva sale un camino a la izquierda que NO tomaremos. El sendero discurre paralelo al arroyo hacia Villares. Junto a unos robustos olivos sale un camino directo a Villares. El sendero no pasa por allí y por tanto no debemos desviarnos pero se aconseja dejarlo por unos momentos y hacer una visita a la aldea; el llamadado "descansaor" es un buen lugar para el reposo después de beber agua en la fuente. De regreso al punto en que dejamos el sendero por la pista que llevamos encontramos el "corral colorao". Comienza el asfalto que seguimos los 200 metros hasta llegar al lugar donde se unen la Rambla de las Navas y el Arroyo de Elche. Se unen el Arroyo de Elche y el Arroyo de Vicorco. Una gran explanada convertida en pedregal nos recuerda que, hace poco tiempo, aquí existía una espléndida chopera llena de baladre a la orilla del arroyo. Unos 20 metros a la izquierda encontramos la Fuente Molina de la que mana abundante agua, ha sido señalizada, aunque sería conveniente su adecentamiento. Durante unos 250 metros debemos seguir por la parte más a la izquierda del lecho del arroyo sirviéndonos de referencia las estacas jalonadas que se han puesto y un grueso pino. Cruzamos el pequeño riachuelo que se forma del agua de la fuente Molina y a la izquierda, entre unos cañaverales y olivos, sale una senda bastante clara una vez encontrada. La senda se une a un camino más ancho que le entra por la izquierda. Encontramos un viejo molino de agua en ruinas; cuentan los viejos que una fuerte romenta de verano acabó con los tres que en el arroyo había.

Enfrente hay una casa de labranza con bancales aterrazados con diversos cultivos.

El sendero sale del molino por debajo de la casa y los bancales, a orillas del agua.

Enseguida, después de que el sendero haya subido unos metros y se estreche, encontramos otro molino de agua, es el "Molino del Estrecho", nombre que debe a que el arroyo taja la roca originando una brecha en ella para abrirse después en una preciosa explanada. Seguimos por la parte más a la izquierda subiendo una pequeña prominencia del terreno y apartándonos unos 250 metros del arroyo.

Cruzamos un diminuto pontón y el valle se abre hacia nosotros. Enfrente las casas de la Igualada. El estrecho sendero se convierte en una pista. La seguimos 100 metros aproximadamente. Desvío a la derecha que tomamos. Una vieja higuera nos sirve de referencia. Llegamos nuevamente al arroyo del que nos habíamos separado y lo seguimos a mano izquierda, aguas abajo. Estamos muy cerca de su unión con el río Segura. El cauce es amplio con abundancia de cantos rodados y baladre. Después de unos 200 metros por el lecho tenemos dos alternativas: a) Seguir por el mismo, hasta su unión con el Segura. Desde allí continuar el curso de ese río hacia la izquierda, buscando una senda que, escondida, sale desde unos pinos, pasando por delante de una caseta de medición de aforo que la confederación ha construido allí. Por esa senda llegamos al puente de Gallego, que estaremos viendo casi desde el principio. Se pasa por delante de una roca de la que manaba una fuente conocida como la fuente "de la risca", hoy seca. Este trayecto no está tan claro pero no tiene pérdida, ya que las aguas del río a la izquierda nos llevan al puente, aunque no encontremos la senda. b) la otra alternativa, más sencilla todavía, aunque menos espectacular consiste en salirnos del arroyo, en un gran meandro que hace hacia la derecha. Una estaca jalonada a nuestra izquierda marca el punto donde una empinada cuesta señala el inicio de una pista. Así pues, debemos localizar el meandro a la derecha y la baliza a la izquierda donde la pista aludida ya se dirige directamente al puente de Gallego.

También esta pista va paralela al Segura evitando los cañaverales, juncos, espadañas y otra vegetación de ribera que abunda en la otra alternativa. La distancia hasta el puente es prácticamente la misma, cerca de 1km. Estamos en el puente que cruza el Segura. Un lugar ideal para el descanso y el baño veraniego, para la fotografía, para el montañismo, incluso para que algún arriesgado practique puenting. Un establecimiento hostelero nos reconforta. Altitud: 450 metros.

Seguimos el asfalto hasta la pedanía del Gallego. De esta pedanía, donde tan sólo viven unos pocos vecinos, sale una sendita por el extremo occidental que rápidamente, entre bancales cultivados y unos almendros, va ascendiendo para salvar una prominencia del terreno. El paisaje es muy atractivo; al frente tenemos las aguas verdes del Segura abrazando la aspera montaña que sobre él se yergue; a nuestros pies los bancalitos muy cuidados y escorada la senda que, aunque perdida casi, se adivina por encima de una loma donde acaban los huertos.

Continúa la senda por la ladera del monte dejando la acequia a la derecha para subir la loma. Una vez cruzada ésta perdemos de vista la aldea y bajamos a reencontrarnos con el río que tenemos a nuestra derecha. Una amplia explanada de arena fina y baladre. Una estaca jalonada nos señala el punto donde debemos desviarnos ya que el río y una roca lo corta. Debemos subir por encima de ésta y durante 500m. Continuamos la senda hasta desembocar en una nueva explanada poblada de gruesos pinos y baladre. Continuamos 150 metros. Una nueva roca que se incrusta en el río nos corta el paso; hay que vadearla y la senda por falta de uso no está demasiado clara. La iniciativa del senderista solventará este escollo, teniendo en cuenta que la senda asciende para luego descender recta y directamente a otra gran explanada poblada de pinos con abundante sombra. Por un terreno fácil llegamos a una umbría de la que una vieja pista sale hacia arriba en dirección a una antigua construcción llamada "el almacén" porque aquí se guardaba el esparto. Desde este punto el antiguo sendero se complica, estando totalmente desaparecido; la vegetación se ha adueñado de lo que es suyo y la naturaleza del bosque de ribera o galería luce en todo su esplendor. Pero el senderismo también tiene un punto de aventura y creemos que puede ser novedoso y a la vez atrayente para el montañero senderista el guiarse por su propia iniciativa y continuar el sendero aunque el camino haya desaparecido. Es imposible perderse ya que únicamente debemos continuar el curso del río, aguas abajo naturalmente, y dejarnos llevar por el maravilloso paisaje. Un espectacular tramo de sendero de 3 kms a orillas del río (o dentro de éste si es verano) donde la naturaleza virgen, la flora, fauna y orografía dejarán nuestra retina impregnada de sensaciones que durarán toda la vida. Otra alternativa menos atractiva pero más segura es seguir el carril apartandonos del río. Esta es la que mediremos y cronometraremos. Tomaremos el carril hacia arriba y subimos al almacén de esparto. Giramos a la derecha. Seguimos el camino principal dejando el que sale a la derecha hacia el río Segura y la umbría de Margarito. Igual que el anterior seguimos el camino principal dejando el que sale hacia la derecha al río Segura y a la umbría de Maergarito. Subimos por el barranco de la Sierra de la Abeja por un camino quebrado por los arrastres de agua. Casa de la Hoya de Martín Manso.

Giramos a la derecha siguiendo una buena pista. Seguimos el camino de la derecha dejando el de la izquierda que se dirige al puente de Hijar. Cruce. Giramos a la izquierda por el camino de tierra. El de la derecha está asfaltado y nos llevaría a la torre de vigilancia. Buen otero desde donde se observa el Cerrrón de Hijar, el pico del Buitre, la loma de la Lobera y la Sierra de la Abeja(a nuestra espalda).

Cruce. Seguimos a la derecha dejando el desvio de la izquierda. Abrevadero para las reses(cabras montesas) Seguimos a la izquierda. A la izquierda se baja por la vaguada de la Lontananza y los Engarbes del estrecho de los Almenes descendiendo por la horma de hormigón. Después de una fuerte bajada se llega a la vega del río Segura. Atrás hemos dejado de ver la Peña de San Blas, la loma de la Casica Andrés y los Engarbes del estrecho de los Almenes. Cruzamos el río Segura teniendo en cuenta que NO hay puente. El río se abre en una impresionante explanada con todos los ingredientes para descansar unos días lejos del mundo: es el Rincón del Río, una zona de recreo para los fereños donde el caudal del río se remansa formando un verdadero rincón fluvial rodeado de altos cerros y poblado de árboles y baladre. En estas terrazas fluviales de sedimentos, cantos rodados y arenas hubo una fértil huerta, la más tempranera del municipio. A escasos metros desemboca en el río Segura el arroyo de los Gonzalos cuya orientación (no su curso) seguiremos hasta Férez, ya que desde allí viene aquí a verter sus aguas. Una estaca y una flecha marcan el lugar de donde parte nuestro sendero en el Rincón del Río, una excelente pista forestal que ininterrumpidamente nos llevará a Férez. La pista asciende rápidamente dejando a nuestra derecha una rambla con las ruinas de un viejo acueducto que la cruzaba. El río va quedando abajo a nuestra izquierda y en un recodo de 90º lo abandonaremos definitivamente.

Mientras sus aguas siguen hacia el este para pronto embalsarse en el pantano del Cenajo, nuestro sendero se dirige en dirección sur. Encontramos las Casas del Establo derruidas. La vía desciende sosegadamente hacia el arroyo de los Gonzalos entre plantaciones de esparto y vegetación xerófila. Desde este punto tenemos la oportunidad de otear la panorámica del esplendor de la zona que vamos dejando: los Castillicos, el camino de la Hoya de Martín Manso, el río…

Cruzamos el arroyo después de haber entrado en un pequeño barranco. El sendero sube una pesada cuesta. A nuestra derecha dejamos una ancha pista que conduce al "Espinar" a la par que cruzamos nuevamente el arroyo.

Encontramos la Fuente de la Carrasca: A ella se accede desviándonos unos metros a nuestra izquierda de donde sale el camino a la casita de Andrés. Es un área natural alfombrada de coscojas (localmente chaparros) y otras plantas aromáticas. El sendero continúa cuesta arriba hasta la llamada "Casa de la Mina" habitada en tiempos por operarios mineros que trabajaban en la cercana mina de hierro donde se extraía el mineral desde tiempos de la dominación romana. La mole donde está el yacimiento es un referente en la orgrafía fereña y recibe el nombre de Cabeza de Hierro. La casa está en su falda. Casa a la izquierda. Nos situamos en el punto más elevado de nuestro viaje, 650 metros. Encontramos una encrucijada de caminos agrícolas que debemos ignorar siguiendo hacia el frente flanqueados por plantaciones de esparto, olivos y almendros, que forman la trilogía de cultivos de la zona y aún de la comarca. (El camino de la izquierda nos llevaría a la Cabañuela que comunica con la ctra. De Hijar). Dejamos un desvío a la izquierda que lleva al Cegarrón, Después, dejamos un desvío a la derecha; podemos contemplar un gran lentisco. Llegamos a un importante cruce de cuatro caminos donde es fácil equivocarse. Debemos girar a la izquierda. El camino que sale a la derecha -que dejamos- lleva al espinar y tras un prolijo rodeo, pasando por un bosque de pino carrasco, también llegaríamos a la fuente de la Carrasca, de donde venimos directamente. El sendero desciende suavemente; a nuestro frente, en la lejanía observamos peña Bermeja y la zona de Elchede donde partimos.

Llegamos a las Casas del Molino Viejo semiderruidas y abandonadas por sus ocupantes en pleno proceso migratorio que azotó la comarca en los años 60. al igual que el resto de las construcciones populares de la comarc, están construidas de piedra irregular, revocada, con interiores encalados de azulete, con fines ornamentales e higiénicos. Tienen chimenea y caras, además de dependencias para el gando. El horno de bóveda anejo a la casa es típicamente serrano.

Descendemos una cuesta para cruzar por primera vez en este tramo el arroyo. Nos podemos detener y disfrutar con la abundante vegetación que desde este punto nos rodea: moreras, almeces, granados y un magnífico ejemplar de pino carrasco entre todos. Ahora, cruzamos el arroyo por segunda vez. Volvemos a cruzar el arroyo por tercera vez, por cuarta vez y por quinta vez. A nuestra izquierda dejamos una escarpada cuesta conocida como "Camino de Ervas" por la que se puede tener acceso a la Vía Pecuaria que en este lugar transcurre y en la que un particular ha obrado ilegalmente. Se cruza por sexta vez el arroyo, caminando por una placentera pradera de baladre y flores silvestres. Llegamos al Molino Viejo: Hemos descendido 560 metros de altitud en el lugar en que se unen dos arroyos: el de la Abejuela y el de la Mora que dan lugar al de los Gonzalos, que reúne las aguas vertiéndolas al Segura. Aquí se ubica un molino de agua bastante importante en su tiempo, aunque ahora está en ruinas. Sería un excelente lugar para emplazar en él un aula de la naturaleza a propósito para estudiar la enorme riqueza floral del tramo que estamos recorriendo. Una pesada cuesta de 300 metros nos llevará pronto a Férez. En este punto al que hemos llegado junto al arroyo de la Mora un desvío a la derecha -que dejamos- nos llevaría a la ctra. Comarcal de Elche de la Sierra. A nuestra vista tenemos el corral donde encierran los toros en las fiestas locales de Julio y Octubre. Atravesamos el arroyo de la Mora. Dejamos un desvío a la izquierda. Olivares. Dejamos un desvío a la izquierda. Dejamos un desvío a la derecha que lleva a la Hondonada. Cementerio, viejo y nuevo. Una fuente de fresquisima agua nos aliviará este último tramo. (Recordamos como un serrano de Yeste llamaba al cementerio "el Cortijo de los Mudos"). Dejamos un desvío a la derecha. Dejamos un desvío a la izquierda que lleva a los campos de cultivo que circundan Férez, por ellos conocido por el camino de las huertas de abajo; por él también se llega a las instalaciones de la depuradora. Fin del sendero en esta etapa. Desde el cementerio el camino está asfaltado y ya, entrando al pueblo, encontramos a la derecha una balsa para el riego -la balsa de Eras- que transmuta lo árido en feraz. Los últimos metros, muy empinados terminan en el "Mirador de las Eras" desde donde una mirada atrás nos permite observar la amplia panorámica de vetustos olivares y la sierra terriblemente deforestada en la que descuella arrogante el Cabeza de Hierro que con sus casi mil metros constituye la atalaya principal.